Ansiedad por muerte de un familiar

La ganancia o pérdida repentina de peso durante un proceso de duelo puede estar provocada principalmente por dos motivos:

  • Por un lado, tras el duro golpe que supone la muerte, puede desarrollar un desequilibrio que explica los cambios significativos en el peso. Cuando tanto el aumento como la pérdida se producen de forma repentina, es recomendable buscar una opinión médica.

  • Por otro lado, la comida puede ser utilizada como regulador de la emoción. La comida se puede utilizar como regulador del estado de ánimo, recurriendo a ella en momentos de mayor ansiedad, o ante alguna emoción concreta. Del mismo modo, durante el proceso de duelo -y sobre todo al principio- no se suele cuidar la alimentación, por lo que es fácil que tiendan a comer mal y a tener horarios muy irregulares, lo que también contribuye a perder el control del peso.

En busca de la luz, la importancia de acudir a terapia

El reto emocional que le supuso a Sandra esta situación fue grande. Entre el hecho de que no entendía lo que le estaba pasando, que había pasado un mes desde la muerte de ese ser querido y no asociaba su ansiedad con su pérdida y que le faltaban herramientas para lidiar con ese dolor emocional, decidió para ir a terapia. Era lo mejor que podía hacer. Su proceso se desarrolló de la siguiente manera:

  • Entender que estaba pasando por un duelo. Sandra no sabía que estaba en proceso de duelo y comprender esto le permitió ver algo de luz entre toda la oscuridad y el desánimo que sentía. Su terapeuta la ayudó a comprender las situaciones traumáticas descritas anteriormente, a ver cómo habían estado haciendo que esa ansiedad creciera hasta el límite.
  • Aprende a gestionar la ansiedad. Después de haber hecho esto, el terapeuta de Sandra le dio algunas herramientas para que pudiera manejar su ansiedad. Ella le envió unos audios para meditar que debía practicar aunque no tuviera ansiedad. También le dijo que tenía que escribir una carta de despedida para ese ser querido, que lo hiciera cuando se sintiera preparada.
  • Ve recuperando hábitos perdidos. Otro aspecto importante fue recuperar un hábito perdido cada semana. La primera, en el caso de Sandra, era salir a caminar por la naturaleza, a la semana siguiente escribir en su diario, a la semana siguiente volver al gimnasio, volver a comer sano, etc. Poco a poco, Sandra se fue sintiendo mejor.

Componentes del proceso de duelo

  1. Choque: aparece en los momentos iniciales, y su duración es mayor cuando el evento es imprevisto. Se asocia con la apatía y una sensación de estar fuera de contacto con la realidad.
  2. Desorganización: también se da al inicio del proceso. Se acompaña de desesperación y desestructuración absoluta del funcionamiento en cualquiera de las áreas vitales.
  3. Negación: es una forma frecuente de reaccionar ante eventos inesperados. Puedes esperar la llegada o la llamada de la persona desaparecida y hacer como si nada.
  4. Depresión: representa la progresión a una fase adaptativa más realista. Confirmar que el proceso de duelo se está llevando a cabo correctamente.
  5. Culpa: consiste en pensamientos recurrentes, casi obsesivos, en relación a lo que se podría haber hecho para evitar el hecho. Son más frecuentes si no ha podido despedirse del difunto o si las relaciones con él no fueron buenas.
  6. Ansiedad: surge del miedo, en muchos casos justificado, a los cambios que se producirán en su vida tras el acontecimiento (ej. soledad, dificultades económicas, etc.). Es el miedo a tener que sobrevivir sin la persona fallecida porque satisfizo una serie de necesidades.
  7. Ira: puede estar dirigida hacia familiares o amigos que no te han «ayudado» durante el evento o hacia personas que aún disfrutan de lo que has perdido (ej. otras personas que conservan a su cónyuge o hijos). En ocasiones, la ira puede dirigirse hacia el personal sanitario (reacción frecuente en las salas de oncología y en urgencias) o incluso hacia el fallecido por haber abandonado a los supervivientes.
  8. Resolución y aceptación: se da cuando has sido capaz de adaptarte a la pérdida de la persona y aceptar los cambios que este evento producirá en tu vida. Esta etapa no siempre se alcanza.

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