Un ataque de ansiedad o ataque de pánico es un pico repentino de ansiedad muy desagradable para la persona que lo padece. Durante estas crisis, el individuo puede experimentar una serie de síntomas como palpitaciones, temblores, sensación de ahogo, náuseas, mareos…
Las crisis de pánico no son peligrosas, pero sí provocan un malestar muy intenso y marcado. . Ante estas situaciones, las personas suelen tratar de tomar más aire del que necesitan debido a la sensación de falta del mismo, razón por la cual hiperventilan.
Qué puedes decir
Para ayudar a una persona con ansiedad, lo ideal es mostrar un apoyo incondicional. Puedes decirle “Si me necesitas, aquí estoy para ti”. “Te apoyo y te amo. Aquí estoy contigo».
Normaliza lo que le está pasando y guíalo para que pueda afrontar la situación y tratarla. También puedes decirle «Es normal lo que estás sintiendo y podemos trabajar juntos o busca apoyo profesional, cuando estés preparado”. Además, si es posible, trata de mantener el contacto visual mientras hablas.
Tomar conciencia de la realidad personal de la otra persona
Vivir con alguien que sufre de ansiedad no es fácil. Los estados de ánimo cambian, la motivación decae, y sus mensajes y planteamientos de repente se vuelven muy negativos. A esto se suma la hipersensibilidad. A lo más mínimo saltan, abundan los malentendidos, la baja concentración, los olvidos y hasta el mal humor.
Si dejamos que sus emociones nos impregnen, no ganaremos nada. Si nos rendimos y actuamos a la defensiva ante cada uno de sus síntomas, intensificaremos aún más la ansiedad y crearemos ambientes asfixiantes. Por tanto, lo primero es tomar nota de lo que hay.