El miedo a atragantarse tiene dos formas principales de aparecer y convertirse en un problema que provoca bloqueos e incluso problemas de alimentación. La primera es que la persona está expuesta a grandes cantidades de ansiedad debido a su entorno y/o la forma en que enfrenta sus situaciones cotidianas. La segunda es que cuando aparecen sensaciones incómodas en la garganta, como notar que le cuesta tragar, la persona se enfoca en esa zona y empieza a poner más tensión muscular y dificultar el flujo normal de los alimentos.
La anticipación de situaciones en las que vas a comer con otras personas, en las que puedes estar bloqueado por la comida que tienes en el plato, puede precipitar los primeros síntomas de tensión muscular en la garganta. Cuanto más importante sea estar bien y pasar desapercibido, más tensión habrá y por tanto más bloqueada estará la entrada de alimentos. Si la persona no es capaz de reducir su malestar, buscará comer sola siempre que pueda para no ser observada y calmarse. Del mismo modo, el miedo a que sea síntoma de una enfermedad grave como el cáncer o el Parkinson, entre otras, también puede ser un factor que aumente la tensión muscular y por tanto también los problemas para tragar. Todos estos factores potencian los miedos, dando lugar a la configuración de la fagofobia.
Diferencias con otras patologías
En ocasiones es habitual que la fagofobia se confunda con otros tipos de fobia específica como la pnigofobia o el miedo excesivo a ahogarse o atragantarse.
Las diferencias se encuentran en que la fagofobia responde al simple hecho de tragar, mientras que en la pnigofobia el miedo radica en la probabilidad de atragantamiento y ahogamiento como consecuencia de la deglución.
¿Por qué se me hace un nudo en la garganta cuando estoy nervioso?
Como acabamos de ver, el nudo en la garganta es uno de los síntomas típicos de la ansiedad, que se desencadena tras un estado de activación del organismo, que se prepara para afrontar un posible peligro y/o amenaza. . El objetivo es, ni más ni menos, inhibir o bloquear aquellas actividades incompatibles con la respuesta de ataque/huida, para estar más preparados ante esta amenaza y garantizar nuestra supervivencia.
Y una de esas actividades es precisamente la ingesta de alimentos, ya que es irrelevante cuando estamos frente a un peligro o amenaza (comer o no durante una situación de amenaza no aporta nada significativo -como ocurre con la tensión muscular de las extremidades, por ejemplo, que, a diferencia de los síntomas digestivos, sí cumple una función importante, tensar nuestros músculos para correr más rápido y huir o atacar con fuerza a nuestra amenaza, por lo que este síntoma se activa en momentos de ansiedad-).