Al igual que años anteriores, 2020 comenzó con una nota de esperanza. El número -2020- en sí mismo fue inspirador, sugiriendo una claridad y agudeza visual óptimas. La pandemia de COVID-19 y los recientes disturbios civiles han cambiado la vida cotidiana, poniendo a prueba nuestra resiliencia. No sabemos cómo vamos a vivir la ‘nueva normalidad’. Durante la nueva normalidad estaremos de luto por las vidas, momentos y oportunidades perdidas. Pero con suerte, la nueva normalidad también traerá una nueva apreciación por la conexión, la libertad de hacer las cosas que disfrutamos, el toque humano e incluso la tecnología. Esperamos que la nueva normalidad esté llena de esperanza por la igualdad, la empatía y el diálogo sobre lo que nos une para superar lo que nos divide. Aunque no siempre podemos evitar o eliminar el sufrimiento y el dolor, podemos practicar la empatía y escuchar para comprender y no para estar de acuerdo. Podemos intentar tener conversaciones incómodas que lleven a la comprensión y al amor. Podemos trabajar para encontrar nuestra propia voz y luego usarla para cultivar la esperanza y el amor.
Algunos de estos síntomas de ansiedad y su verdadera explicación son:
- (Taquicardia – el corazón bombea más fuerte y más rápido para enviar sangre a áreas vitales),
- Náuseas , (disminuye la actividad en el aparato digestivo, ya que no es necesario en ese momento escapar),
- Ver «lucecitas» sentir que la luz te molesta, manchas en la visión (las pupilas se estrechan agrandan y dilatan
- Atragantamiento, dificultad para respirar, hiperventilación (aumento de oxígeno en la sangre para escapar), dolor en el pecho y/o brazos, pinchazos (por mantener los pulmones demasiado llenos durante mucho tiempo, tensión muscular continua y posturas incorrectas continuas),
- Temblores, pinchazos, calambres propios de la tensión muscular necesaria para correr…)
Esta interpretación negativa de los síntomas de ansiedad hace que les tengamos aún más miedo, por tanto cada vez más naturales aparecen síntomas que siempre hemos tenido en nuestro cuerpo, podemos asustarnos y evitarlos escapando, haciendo que les tengamos aún más miedo. Es importante que en cuanto confirme que no tengo ningún problema físico y que por lo tanto es ansiedad, empiece a tratarla para evitar tener miedo a los síntomas y situaciones en las que tengo ansiedad y que me termine condicionando gravemente. mi vida. En cualquier caso, recuerda que suelo llegar a estos estados acumulando situaciones estresantes, problemas de cualquier tipo (pareja, trabajo, familia) que es importante trabajar en terapia para afrontarlo de otra forma y no volver a acumular tanta ansiedad. .
Los síntomas generales del estrés
- Antojos y “ataques de gula”: mientras que el estrés hace que algunas personas pierdan el apetito, otras tienen antojo de chocolate, comida chatarra, bebidas gaseosas y con cafeína, nicotina y alcohol. Puede que te dé un respiro de diez minutos, pero aparecerá el efecto rebote, y además habrás empeorado tu salud.
- Cortes y moretones: ¿Alguna vez has descubierto marcas en tu cuerpo y no recuerdas cómo te las hiciste? Bueno, lo más probable es que haya sucedido cuando estabas estresado. En este estado de estrés agudo, la sangre en las extremidades es menor (vasoconstricción) y también liberas endorfinas, que disimulan y mitigan el dolor, por lo que un golpe o un pequeño corte puede pasar totalmente desapercibido.
- Caída del cabello: El estrés puede alterar la absorción de ciertos oligoelementos y aminoácidos esenciales para el crecimiento del cabello. También puede causar el estrechamiento de las arterias, lo que limita el flujo de sangre al cuero cabelludo.
- Picazón y erupciones en la piel: Muchos trastornos de la piel, como el eczema, empeoran con el estrés. A veces siente comezón y se rasca sin razón aparente cuando está bajo estrés. El flujo de sangre se desvía de la piel a los órganos vitales, lo que agrava las alergias y erupciones existentes. También se libera histamina, un químico involucrado en las reacciones alérgicas.
- Piel estresada: La piel es el órgano más grande y más visible del cuerpo por lo que tiende a registrar estrés con bastante rapidez. Si tu piel tiende a estar seca, el estrés la vuelve más seca y si eres propensa a las manchas, el estrés las acentuará. La adrenalina hace que el acné empeore, y también provoca enrojecimiento o enrojecimiento incontrolable.
- Piel debilitada: con posibilidad de eccema o urticaria y fácil aparición de arrugas. Piel más seca ya que la producción de colágeno y elastina se reduce como resultado del estrés.
- Te enfermas más: ya que el sistema inmunológico es uno de los afectados por el estrés crónico y nos deja desprotegidos frente a los enemigos del sistema inmunológico.
- Insomnio: La tensión excesiva dificulta la conciliación del sueño, además de empeorar la calidad del mismo cuando dormimos. Las horas de sueño tampoco son del todo reparadoras.
- Cervicales: Estas duelen y es común cuando se sufre de estrés. Se produce por la tensión acumulada y pellizca la zona, sobre todo cuando se dan situaciones negativas como reuniones tensas, discusiones, etc. la química no funciona correctamente y el sistema inmunológico se deteriora.
Además, el estrés disminuye la producción de fibras de colágeno y elastina que dan elasticidad a la piel, provocando una mayor flacidez. Después de los 40, los efectos del estrés pueden ser permanentes.