Como ya hemos comentado en artículos anteriores, la ansiedad y sus síntomas negativos es una emoción que puede aparecer en niños de cualquier edad.
Los motivos son diversos, pero su abordaje es necesario en todos los casos para evitar complicaciones mayores.
Escrito por: Psicóloga Melanie Parker
Generalmente, hablamos de ansiedad cuando nos referimos a la enfermedad. Pero, ¿y si te digo que todas las personas nacemos con un sistema de alarma que nos ayuda a evitar situaciones de peligro? Podemos llamar a este sistema de alarma ansiedad normal. Es el que nos dice “oye, recuerda mirar a ambos lados antes de cruzar la calle” o “recuerda apagar la estufa antes de salir”, por poner algunos ejemplos. Lo común en estos sencillos ejemplos es que hay estímulos que justifican la activación de nuestra alarma biológica.
Hay miedos y miedos que son normales dependiendo de la etapa de desarrollo en la que se encuentre nuestro hijo o hija. Los bebés (hasta los cinco años) tienden a tener miedo a la oscuridad, por ejemplo. También pueden mostrar ansiedad con extraños o cuando tienen que dejar a sus padres para ir a la escuela o cuando tienen que trabajar.
Mantén la calma y asume un papel de apoyo
El primer paso es revisar tus propios niveles de ansiedad y utilizar los mecanismos adecuados para mantener la calma. Los niños tienden a copiar el comportamiento de los padres o personas cercanas. También son muy perceptivos y es posible que no solo noten el estrés en su entorno, sino que lo repliquen.
Es necesario ser conscientes de nuestros comportamientos y las emociones que proyectamos cuando estamos cerca de los niños a nuestro cargo, además de establecer instancias de conversación en las que podamos comunicar nuestras emociones. de manera empática y positiva, para que los niños puedan hacer lo mismo cuando hablan de cómo se sienten.