La ansiedad está ligada a la activación de muchos procesos fisiológicos. Nuestro cuerpo se prepara para afrontar una situación de peligro, por lo que se activa la respuesta de lucha o huida.
Como consecuencia, una persona con ansiedad puede llegar a sudar y tener dificultad para respirar, a pesar de que a nivel físico todo funciona con normalidad, ya que es un respuesta psicológica y no un problema corporal.
¿Qué se puede hacer para calmar la ansiedad?
Pensamientos como «esto no lo van a controlar» o sentir falta de aire y ahogo en casa pueden ser antecedente de ansiedad. Y la ansiedad que puede surgir estos días se puede reducir en casa con unas pautas recomendadas.
- No sigas las noticias constantemente. Trate de informarse solo en ciertos momentos del día. Es importante hablar o pensar en otros temas que no sean la situación de crisis actual.
- Mantén tus hábitos de higiene. Mantén tus hábitos y rutinas de higiene. Por ejemplo, aunque no salgas a trabajar, sigue la misma rutina de higiene, como ducharte y vestirte antes de desayunar.
- Comparte tus miedos con familiares y amigos. Es fundamental compartir con los demás cómo nos sentimos. Comparte lo que nos angustia o si algún día estamos especialmente agobiados, llama a un familiar o amigo y compártelo.
- Identificar pensamientos negativos. En esta situación de confinamiento, es posible que aumenten los pensamientos negativos si no los gestionamos. Intenta identificarlos y cuando surjan, desvía tu atención a otros temas más positivos o gratificantes.
- Evita la autoobservación continua. Podemos pasar tiempo en casa observando cómo lo estamos haciendo. Si tenemos síntomas o no los encontramos peor que ayer. Se recomienda prestar atención a nuestro estado de salud pero de forma puntual, no continuada.
- Usa algún método de relajación. Saber relajarse es fundamental en momentos de tensión o estrés. Encuentra algún método que te ayude. Por ejemplo, música, respiración profunda, o cualquier recurso que utilices para relajarte con normalidad.
- Mantén una dieta saludable y haz ejercicio. En este confinamiento es importante seguir con una alimentación sana y equilibrada. Y si puedes, haz algún tipo de ejercicio físico en casa.
- Organiza tus rutinas. Las rutinas también son importantes. Aunque estemos en casa, podemos mantener ciertas rutinas y planificar un poco nuestros días. Ten un plan diario.
- Descansa adecuadamente. Sigue descansando como antes. Si trabajas en casa o si no trabajas ahora, establece una hora para irte a la cama, el despertador para levantarte e irte por la mañana.
- Haz alguna actividad intelectual. También puedes dedicar algún tiempo del día a realizar alguna actividad intelectual. Por ejemplo, leer, hacer un curso online o escribir un diario de los días de confinamiento. Haz lo que te gusta y te interesa.
- Tómate un tiempo para ti. Si es posible, y especialmente si vives con otras personas, puedes dedicar un tiempo al día para ti. Enfócate en ti por un momento para hacer lo que quieras. Por ejemplo, no hacer nada, darse un buen baño, tomar un café a solas o charlar con un amigo.
- Forma equipo con los tuyos. Por último, ten en cuenta el tuyo. Cuenta con las personas que amas, tu familia, tus amigos. Manténgase en contacto y forme un equipo de crisis para preguntar cómo está o simplemente hablar de vez en cuando.
¿Qué provoca esos problemas respiratorios cuando uno sufre de ansiedad?
El motivo por el que solemos experimentar síntomas tan elevados con la ansiedad tiene su explicación. Y sigue siendo interesante. Trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de San Diego por el Dr. Martin Paulus nos lo explican:
- La ansiedad es un estado emocional asociado a un componente cognitivo.
- Es decir, la persona experimenta preocupación, miedo o angustia ante una amenaza real o imaginaria, ante algo que interpreta como peligroso.
- Cuando esto sucede, el sistema nervioso autónomo reacciona, provocando cambios en el proceso respiratorio.
- El cerebro interpreta que hay que huir o reaccionar ante ese peligro. Entonces, el cuerpo se prepara para ello.
- Lo primero que hará es enviar más oxígeno a los músculos.
- Para ello restringe la cantidad que llega a los pulmones. Ante este evento, el corazón responde latiendo más rápido para bombear más sangre a esos músculos que, al final, deben ayudarnos a reaccionar y escapar. Pronto sentimos calor en el pecho, tensión en las extremidades y dificultad para respirar.