Para los especialistas, las 5 comidas al día son sagradas. Tú eliges cuándo y qué, pero es importante que sean 5 (más o menos) y que estén equilibrados. Por ejemplo, puedes dividir el desayuno en dos: uno más completo a primera hora de la mañana y algo más ligero a media mañana. Que de esta forma llegarás con menos ansiedad y apetito a la hora de comer y podrás comer un poco menos.
La hora de la comida también es importante, sobre todo es fundamental que sea completa y equilibrada. Siguiendo más o menos los porcentajes de nutrientes necesarios obtendrás un almuerzo óptimo. Para picar algo de fruta o yogur es buena idea y para cenar algo súper ligero.
¿De verdad tengo hambre?
Hay algunas situaciones que nos ayudan a descartar si es hambre real o no:
- No podemos controlar el impulso de comer y el impulso caduca.
- La comida nos controla a nosotros en lugar de que nosotros la controlemos de forma natural y consciente.
- Nos provoca malestar y sensaciones intensas y desagradables.
– Altos niveles de estrés
También cuando hay un nivel de estrés muy alto y continuo puede surgir la ansiedad por comer. Asociamos la comida a un momento de paz y relajación donde dejamos de pelear. Es entonces cuando encontramos en la alimentación el bienestar que necesitamos.
En ocasiones, al negarnos el hambre fisiológica, como ocurre con una dieta restrictiva, puede aparecer la ansiedad por comer.