Varios factores influyen en el origen y mantenimiento de los trastornos de ansiedad. Sintéticamente, podemos agruparlos en tres grandes grupos: factores predisponentes, relacionados con la vulnerabilidad, especialmente de carácter biológico, del individuo a padecer un trastorno; factores activadores, ligados a la percepción de peligro o amenaza y capaces de activar el trastorno; y factores de mantenimiento, que contribuyen a mantener el trastorno una vez que aparece.
La ansiedad no se reduce a ninguno de estos factores aisladamente, sino a una determinada relación entre ellos, sin que necesariamente tengan que concurrir todos los trastornos, ni las personas que los padecen, todos y cada uno de ellos, a la misma medida.
Factores que influyen en su desarrollo
Existen diversas causas que son las responsables de que la ansiedad nos domine en diferentes situaciones:
- Genética: que nos afecta más o menos la ansiedad puede ser un factor heredado de nuestros padres.
- Causas circunstanciales: hechos como un accidente de tráfico o sufrir un atentado terrorista pueden influir en la aparición de este sentimiento. Puede durar hasta que el problema termine o puede prolongarse en el tiempo, lo que se conocería como estrés postraumático.
- Consumo de drogas: Las sustancias estupefacientes, como el éxtasis o el LSD, aumentan los niveles de ansiedad debido a los pensamientos que se generan en la cabeza de que estas drogas hacen efecto.
- Cambios vitales: las diferentes etapas de la vida nos cargan con diferentes deberes y responsabilidades. El próximo nacimiento de su hijo o una promoción laboral son posibles momentos en los que puede surgir la ansiedad.
Beneficios del deporte en pacientes con cáncer
- Ayuda a recuperar el control: Sin duda, una de las sensaciones que tanto nuestros pacientes en tratamiento oncológico como los que ya lo están pasado por la enfermedad, es el sentimiento de impotencia. Aparece cuando te sientes sin recursos. Cuando piense que no hay nada en su poder que pueda hacer para sentirse mejor, simplemente espere a que el tratamiento funcione. Desencadenando así emociones que oscilan entre la frustración, la culpa y la incertidumbre constante. Por eso, el deporte nos devuelve las riendas de nuestra vida. Nos empodera, devolviéndonos parte del control y de nuestra rutina diaria, que es fundamental para volver a sentirnos equilibrados.
- Reconstruye nuestra autoestima y autoconcepto: Desde el momento del diagnóstico, la persona pasa por varios duelos, uno de ellos es el duelo físico. Pues la persona deja de reconocerse cuando se mira al espejo. Sintiendo así una pérdida de identidad y una desconexión emocional con su “yo”. Lo cual provoca emociones como tristeza, miedo, rechazo, etc. El deporte nos ayuda a avanzar hacia la aceptación y por ende hacia el amor propio.