En el tratamiento de la ansiedad se suelen utilizar dos tipos de fármacos: los ansiolíticos y los antidepresivos.
Los ansiolíticos más utilizados pertenecen al grupo de las benzodiazepinas de alta potencia (Alprazolam, Loracepam, Diacepam, Cloracepam, etc.). Producen un efecto calmante. Actúan reduciendo los síntomas de ansiedad en cuestión de minutos y disminuyendo tanto la intensidad como la frecuencia de los episodios de ansiedad. Los principales efectos adversos de las benzodiazepinas consisten en somnolencia, alteraciones de la memoria, atención y concentración. El deterioro de estas funciones cognitivas suele ser temporal (se experimenta mientras se toma el fármaco) y sólo se produce con dosis altas y prolongadas en el tiempo. Otro inconveniente es que su consumo prolongado puede generar efectos de dependencia (adicción) y tolerancia (pérdida progresiva de eficacia).
¿Para qué sirven los ansiolíticos?
Los ansiolíticos son medicamentos recetados que se usan para aliviar la ansiedad y ayudar a conciliar el sueño a las personas que sufren de insomnio. Su consumo debe ser limitado en el tiempo, ya que pueden causar adicción. Sin embargo, las personas a menudo prolongan su uso más allá de lo prescrito hasta que se vuelven dependientes.
Los ansiolíticos que más adicción crean son las benzodiazepinas, siendo el lorazepam y el diazepam los más utilizados, aunque también destacan los barbitúricos, el zolpidem y la eszopiclona, entre otros. Si bien las recomendaciones indican no prolongar su consumo por más de 3 semanas aproximadamente, muchas personas las toman durante meses y años, llegando en ocasiones a la década.
¿Pueden los ansiolíticos empeorar mis problemas de ansiedad?
Desgraciadamente en muchas ocasiones esto es así, acaban cronificando la ansiedad. Es por ello que se debe hacer un uso muy controlado tanto por parte del psiquiatra como del psicólogo quienes deben estar coordinados en el tratamiento de los trastornos de ansiedad. La ansiedad es una respuesta fisiológica de nuestro organismo que siempre tendremos, como la respuesta de tengo hambre o sueño, por lo que no se puede eliminar, aunque se puede controlar, de la misma forma que elegimos a qué hora comemos.
El problema de la ansiedad es que se alimenta de nuestros miedos y pensamientos y si al menor síntoma de ansiedad tengo que recurrir a una pastilla, lo que estoy haciendo es sensibilizarme ante los síntomas de la ansiedad. Por lo tanto, tolero cada vez menos la ansiedad, no puedo sentir ni un poco de ansiedad, de lo contrario me alarmo y mi ansiedad se dispara.