- Sé más consciente en tus comidas: cuando las personas comen rápido debido a la ansiedad y el estrés, las señales de nuestro cuerpo de que ya no estamos llenos y que no tenemos hambre muchas veces pasan desapercibidas. Al reducir la velocidad y saborear su comida, puede dejar atrás los antojos de comida y concentrarse en disfrutar más lo que come.
- Apóyate en hábitos de vida saludables: por ejemplo, priorizar el ejercicio físico, dormir ocho horas cada noche, tomarte un tiempo para relajarte o conectarte con tus seres queridos y amigos puede ayudarte a frenar este tipo de alimentación emocional.
- Pide ayuda: Por último, la mejor manera de saber frenar la ansiedad que te lleva a comer en exceso es precisamente acudiendo a un psicólogo profesional. A través de la terapia puedes aprender métodos para lidiar con la ansiedad por comer y también con los otros síntomas de este trastorno.
Además de seguir los consejos para controlar la ansiedad que te hemos mostrado, también existen una serie de alimentos que pueden ayudarte a controlar la ansiedad por comer, como el magnesio, el Omega-3, los antioxidantes, la cúrcuma o el arado entre otros.
¿En qué consiste el hambre emocional?
Cuando mencionamos el término ‘hambre emocional’ nos referimos a ese estado en el que comes sin tener realmente hambre. Es un tipo de trastorno alimentario que se relaciona con conflictos emocionales y emociones que, al no saber cómo resolverlos, alteran nuestro estado natural.
El hambre emocional se caracteriza porque la persona que la padece siente una gran necesidad de comer, necesidad que aparece de forma impulsiva e incontrolable. Aunque en realidad no tiene hambre, siente que necesita comer para satisfacer ese «algo» que lo inquieta. Y ese “algo” no es más que un conflicto emocional que no se está resolviendo adecuadamente.
¿Qué es el hambre?
Necesitamos comida para sobrevivir y cada vez que se la damos a nuestro cuerpo, nos recompensa haciéndonos sentir mejor. Este sistema está ubicado en nuestro cerebro y se llama circuito de recompensa. Cuando un nutriente estimula este circuito, el cerebro nos recompensa con dopamina, un neurotransmisor del placer. Ofreciéndonos este sentimiento de felicidad iniciamos este circuito y comemos en exceso y sin hambre real.
Los ataques de hambre pueden aparecer en cualquier momento y estar provocados por diferentes factores, como la ansiedad, el poco sueño, el aburrimiento, la falta de luz natural, los cambios hormonales (como la menstruación), el frío o los aditivos que incluyen algunos alimentos (como el aspartamo), entre otros.