Pensar demasiado afecta a muchas personas por la noche mientras dan vueltas. Si los pensamientos incesantes te mantienen despierto, Shelton recomienda que programes un tiempo para pensar demasiado.
«Me daré cinco minutos y dejaré que mi cerebro vaya a donde tiene que ir», dijo.
Decírselo a otra persona
Generalmente, basta con hablar con otra persona y contarle nuestros sentimientos y preocupaciones para que el sentimiento negativo se disipe. El hecho de verbalizarlo nos ayuda a organizar las ideas que a veces revolotean por la mente sin orden y creando confusión. Además, hablarlo con un amigo, familiar o pareja te permitirá contemplar o acceder a opciones que quizás no hayas tenido.
Esa opinión seguramente se base en lo que saben de ti y te la presentarán con la mejor de sus intenciones. Te ayudará a ver las cosas desde otro punto de vista y, posiblemente, a considerar otras opciones. Puede ser que cuando conoces la opinión de esa persona, de repente lo que pensabas pierde importancia y no tienes que volver a pensar en ello.
Permitir pensamientos intrusivos (por un tiempo limitado)
Nos obsesionamos tanto con no tener ciertos pensamientos que nuestra mente sigue repitiéndolos. Un ejemplo es ese típico juego de adolescentes y universitarios de primer año de psicología en el que se le dice a un compañero que no piense en un oso blanco. ¿Qué también te ha venido a la mente e incluso lo has visualizado?
La solución más sencilla para evitar que se instalen pensamientos intrusivos es dejarlos pasar unos segundos y luego abandonarlos sin que nuestra mente lo interprete como represión.